EL PASAJE: Nehemías 2:17-18
EL PUNTO: ¡Habla!
Mi esposa fue una de las primeras chicas que conocí en la universidad. No me enamoré de ella de inmediato, pero con el paso del tiempo y mientras nos reuníamos en nuestra comunidad, realmente empezó a gustarme. Luego, en nuestro segundo semestre de universidad, ¡seguí su horario de clases y me cambié a su curso de comunicaciones! Ella no tenía idea de que yo que estaba haciendo eso. ¿Horripilante? Oye, funcionó. Ella se fijó en mí. Y ahora estamos casados, así que no importa. Pero después que se fijo en mi, sin yo planearlo algo ocurrió algo pasó, y yo no lo había planeado. Tuve que hablar delante de ella. Yo era un joven de 18 años, aterrorizado, que trataba de comunicarse de manera impresionante.
Cuando viste el título de hoy, probablemente pensaste: “Oh, genial, una lección sobre cómo todos debemos hablar, predicar o enseñar”. Esto solo es cierto a medias, porque tengo un ángulo diferente. Nehemías le dijo a la gente el problema en que estaban debido a que las murallas de la ciudad estaban derrumbadas. El nombre de Dios estaba en juego en Jerusalén.
Y aunque el nombre de Dios no está en juego en la muralla de una ciudad hoy, está en juego en las vidas de su pueblo.
Quizás te estés preguntando cómo vas a hacer lo que Dios te está llamando a hacer, porque tus paredes están derrumbadas y tu vida en ruinas.
Tal vez no sabes cómo edificar a otros cuando estás quebrantado. Lo que necesitas escuchar hoy es que no eres Nehemías, Jesús lo es. Jesús es un Nehemías mayor, que habla a tu favor y reconstruye tus muros.
No avanzarás su Reino por tu propia fuerza o talento. Tu trabajo es simplemente decirle a los demás: “Mi vida fue una vez un desastre, pero luego conocí a Jesús y Él ha sido la respuesta a mis problemas desde entonces.” Como embajadores de Dios, nuestra identidad está envuelta en nuestro llamado a declarar a otros su bondad. Este no es un discurso en una clase de comunicaciones; sino una conversación sobre un Dios real que quiere salvarnos y edificarnos.